Parroquia La Milagrosa (Ávila)

sábado, 7 de marzo de 2015

Verdades como puños (Lunes de la 3ª Semana)


Os aseguro que ningún profeta es bien mirado en su tierra
(Lucas 4,24-30)

Lo que sucedió aquel día en Nazaret es un ejemplo, el más claro de todos, de la manera como los seres humanos nos cerramos a la generosidad de Dios. En Nazaret, son los propios paisanos de Jesús, los más cercanos a Él, los que rechazan la liberación que les trae de parte de Dios. Jesús respeta su decisión. Y tiene que alejarse de ellos. Pero no por ello queda agotada su generosidad: Jesús seguirá ofreciendo la misma salvación en otras aldeas y pueblos. Esto mismo había sucedido en el Antiguo Testamento con Elías y Eliseo y con todos los profetas. Y lo mismo sucederá con los Apóstoles; les cerrarán las puertas de las sinagogas de su propio pueblo; entonces decidirán llevar el anuncio de la salvación a los pueblos paganos.

El verdadero profeta, suele decir cosas que no nos gustan. Y como no nos gustan solemos decir que no es profeta o que habla por la boca de Belcebú o cualquier cosa con tal de desautorizarle para no tener que responder a sus exigencias. Es como el que va al médico con mucha tos y el médico le dice que deje de fumar. ¿Cuántos son los que prefieren irse a otro médico esperando que les diga lo que ellos quieren oír?

Pero Jesús no va a dejar de decir lo que tiene que decir: que es mejor perdonarnos mutuamente que estar en perpetua guerra; que vivir es esfuerzo y trabajo por ser coherentes, por ser libres; que amar no es decir palabras hermosas sino manifestarlo en los hechos concretos de cada día; que no se trata de aparentar sino de vivir desde dentro y aceptar con humildad nuestras limitaciones. Y muchas más cosas que a veces no nos gusta oír, pero que son verdades como puños.

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