Parroquia La Milagrosa (Ávila)

viernes, 27 de marzo de 2015

Soy como dos (Lunes Santo)


iDéjala! Tenía guardado este perfume para el día de mi sepultura
(Juan 12,1-11)

El Viernes Santo enterrarán a Jesús deprisa y corriendo, sin tiempo para ofrecer a su cuerpo maltratado el homenaje de los ungüentos tradicionales. La escena que hoy nos cuenta san Juan viene a suplir el homenaje que no podrán ofrecer a Jesús quienes más le querían. También es una cena en la que se ponen de relieve las dos actitudes básicas ante Jesús que van a estar presentes en el drama de su proceso y de su muerte: la cercanía del amor y la distancia del que no es capaz de aceptar el querer misterioso del Padre.

En vísperas de la muerte de Jesús, se dan dos reacciones muy diferentes entre los discípulos. Judas, responsable de las pequeñas economías de la comunidad, reacciona como un simple contable, desde sus cálculos económicos. María, en cambio, guiada por su intuición femenina y porque ve el peligro inminente en que se encuentra el Señor, reacciona con la generosidad propia de un corazón compasivo. A mí no siempre me tendréis, contesta Jesús dando la razón a María. Jesús, como todos nosotros, es un pobre mortal en vísperas de su hora decisiva. Y, como Jesús, muchos pobres, hermanos nuestros, mueren hoy en nuestro mundo prematuramente y sin las debidas atenciones. El Señor nos pide que tengamos, ante ellos también, un corazón compasivo, no un corazón insensible y atento únicamente a cálculos interesados. Y sabemos que en nosotros conviven estas dos actitudes.

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